Más perdido que el Teniente Bello. Acá te contamos de dónde viene ese dicho.
El lunes 9 de marzo de 1914 un avión biplano Sánchez Besa sobrevolaba un sector de Cartagena, tratando de cumplir con las exigencias para optar al brevet de Piloto Militar del Ejército de Chile, en su calidad de alumno del primer curso de la Escuela de Aeronáutica Militar.
Desde ese día siniestro todos lo buscan. Y ya se cumplieron más de cien años de búsqueda de aquel joven oficial del Ejército proveniente de Ancud.
Bello tenía como misión estudiar en aviones Sánchez Besa y los demás en una serie de aviones como Bleriot, Duperdussin, Breguet, Farman y otros, además les correspondería verificar los embarques de aviones a Chile adquiridos en varias de las fábricas existentes en París y sus alrededores. No obstante, la misión principal era que cada uno lograra obtener el brevet de aviador (hoy licencia de vuelo), que en aquellos años sólo lo extendía el Aero-Club de Francia.
En marzo de 1914, el Teniente Bello junto a otros 4 compañeros entre ellos Ponce, recibieron la orden de prepararse para dar el examen Piloto Militar. Le tocó realizar un raid en el triángulo comprendido entre el aeródromo de Lo Espejo – Culitrin (lugar cercano a Hospital) – Cartagena – Lo Espejo. Esta orden debería cumplirse dentro de un lapso de 48 horas y se fijó como fecha de partida las 00:00 horas del lunes 9.
El teniente Alejandro Bello Silva, decoló a las 5:00 am en el avión “Sánchez Besa” de 80 HP, máquina que conoció perfecto durante su paso por Francia; regresando al cabo de una hora y media de vuelo a Lo Espejo donde rompió su avión en una acequia que atravesaba la cancha, saliendo ileso de este percance. Luego del violento aterrizaje dio cuenta al oficial a cargo de la prueba, que era el Capitán Manuel Ávalos, de la imposibilidad de aterrizar en Culitrin por el exceso de neblina y el viento que impedían toda clase de operaciones en el lugar.
Con el fin de hacer un nuevo intento él capitán Ávalos puso a su disposición el Sánchez Besa de 80 HP “Manuel Rodríguez”, el que fue llevado a la línea de vuelo y junto al mecánico procedió a revisarlo para volar cuando mejoraran las condiciones.
Debido a la alta concurrencia de público, dado que la aviación en la época era algo exclusivo y muy atractivo, y a las consecuencias de su accidente, se veía al teniente Bello algo nervioso y preocupado mientras con su mecánico revisaba todas las partes vitales de su máquina.
A las 9:30 am, habiendo mejorado las condiciones, el Capitán Ávalos, firmó los papeles reglamentarios para el cumplimiento de la prueba y los aviadores hicieron funcionar los motores mientras los mecánicos daban una última mirada a tirantes y timones. Los aviadores con sus cascos puestos y los oídos pendientes del rugir de los motores esbozaron un último saludo a parientes y amigos y con fuerza y decisión dieron la orden de largar.
Una hora más tarde Bello y Ponce, que debían hacer el mismo trayecto, se encontraban aterrizados en Culitrín, donde acordaron esperar que mejoraran las condiciones para seguir su vuelo a Cartagena y posterior regreso a Lo Espejo.
Entretanto el sargento Menadier que había salido con el teniente Torres en dirección a Cartagena había tenido que regresar al aeródromo, sufriendo su Breguet de 80 HP una falla de motor, por lo que se dispuso a aterrizar de emergencia en el cerro Lonquén, destruyendo casi totalmente la máquina.
Por su parte el teniente Torres que había tenido que regresar sin contratiempos a Lo Espejo, reinició su vuelo a Cartagena a las 17:30 horas, pero como no pudo tomar la altura necesaria lo sorprendió la noche teniendo, que aterrizar totalmente extraviado en Mallarauco, cercana a Malloco, resultando el avión con serios desperfectos que le impidieron seguir en vuelo.
Bello y Ponce se encontraban en Culitrín esperando que cesara el viento sur. Bello a las 16:45 horas y Ponce a las 16:50 partieron rumbo a Cartagena.
Ponce, el compañero de Bello y quien lo vio por última vez realizó el siguiente relato:
“A las 4.55 P.M. después de un vuelo de prueba de 10 minutos partí más o menos 5 minutos después que el teniente Bello en dirección a Cartagena con un fuerte viento de la costa y una bruma espesa que impedía ver con claridad. Al teniente Bello no le perdí un momento de vista y a las 6.20 P.M. como unos 20 ó 30 kilómetros al E. de Melipilla vi que regresaba. Creí que las nubes estaban muy altas, pues nosotros navegábamos más o menos a 1900 metros y pensé hacer lo que supuse haría el teniente Bello, bajar para continuar el camino bajo las nubes. Al teniente Bello lo perdí de vista y en la imposibilidad de continuar tomé rumbo directamente al O. el viento que soplaba me derivó hasta muy cerca de Angostura que reconocí por estar muy cerca de ella.
“Volví al N. y a las 7 de la tarde divisé las luces del pueblo de Buín, que confundí con San Bernardo, seguí en dirección a la Escuela y como no viera las señales que me debieran hacer y como en ese momento se apagara la luz eléctrica del pueblo mencionado decidí aterrizar, haciéndolo a las 7:10 P.M. sin novedad”.
Ponce logró aterrizar en un potrero cercano a una viña, sin que el avión sufriera daños importantes.
De acuerdo a su relato se puede concluir que Bello regresaba hacia Lo Espejo, pudiendo haberse extraviado mientras buscaba un claro para ubicarse. Se sabe que el avión contaba con combustible necesario para cerca de dos horas más de vuelo, por lo que bien podría haber llegado a mar o cordillera.
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